Qué he aprendido de las Misioneras de la Caridad - parte 2 -

Hace unos días, mi amiga Karla y yo asistimos a la toma de votos temporales de nuestra amiga Paola (ahora Sr. Isabel Trinidad) con las Misioneras de la Caridad (congregación fundada por Madre Teresa de Calcuta). Estuvimos solamente un par de días con las hermanas, pero bastó para que Dios me recordara elementos que es fácil olvidar con el correr de la vida. Hoy les quiero compartir algunos de ellos, primero porque las Misioneras de la Caridad tienen el secreto de la felicidad: no he conocido personas más felices que ellas; segundo, porque creo firmemente que su carisma, Cristo-céntrico y Mariano, puede cambiar al mundo; y tercero, porque a veces es real lo que afirmaban los primeros apóstoles...'no podemos callar lo que hemos visto y oído' (Hech. 4, 20).

1.- Jesús es la razón de todo. 

Decía Madre Teresa que nuestro trabajo -el que sea- es "simplemente una forma de transformar nuestro amor a Dios en algo concreto". Las Misioneras de la Caridad atraen a ateos y creyentes por su trabajo por los más pobres de los pobres, sin embargo, la atención y el amor extraordinarios con los que atienden a quienes viven en sus casas (que yo nunca he visto en otra institución, pública o privada) es fruto de ver a Cristo en el pobre. Madre Teresa decía que a Jesús lo encontrabas en el Sagrario -y claro, en la Eucaristía- y en el pobre. Bajo esa lógica, "fluye" el trato excepcionalmente amable que dan a los pobres (pobres materiales y pobres espirituales), porque están viendo a Cristo mismo "en un angustioso disfraz".

2.- Con María, se pueden atravesar los más arduos desiertos. 

Me traumé con todas las canciones que cantaron en la toma de votos y una de ellas se llama "Dios te salve" (está en YouTube o Spotify), donde en una parte dice:

"María, he querido sentirte entre tantos milagros que cuentan de ti; al fin te encontré en mi camino, en la misma vereda que yo, tenías tu cuerpo cansado, un niño en los brazos, durmiendo en tu paz".

Nos contaba Sr. Isabel Trinidad que orar viéndonos como "ese niño en los brazos de María" es la clave para atravesar los calvarios de la vida: tranquilos, durmiendo porque estamos en brazos de ella. No es casualidad que Madre Teresa rezara el rosario al menos una vez al día y que la "novena para las emergencias" fuera el "Memorare", petición de intercesión a María. Decía el padre Langford, fundador de los Padres Misioneros de la Caridad que Madre Teresa vivió "al amparo de Nuestra Señora", encomendando todas sus obras a ella.

3.- Podemos vivir también, como ellas, con 'entrega total - alegría y - amorosa confianza'

Estos son los 'pilares' de las Misioneras de la Caridad. Ellas viven radicalmente cada una de estas virtudes, pero el llamado de Madre Teresa era a entender que "la santidad no es privilegio para unos cuantos, sino una tarea sencilla para ti y para mí".

- Entrega total: Las Misioneras renuncian a todo: familia, pertenencias -desde las más elegantes hasta las más básicas-, conexiones con el mundo (nada de celular, correo electrónico, ni redes sociales) y planes personales. A primera instancia suena dramático, y lo es, pero son como el hombre que vendió todo lo que tenía para comprar el terreno donde estaba un tesoro. Nuestra entrega, además de imitarles llevando una vida sencilla, también puede ser simbólica: entregando rencores, afectos desordenados, soberbias y demás a los pies del Señor.

- Alegría: Nunca he conocido a una Misionera de la Caridad que no sonría. Sonríen en trayectos, en el trabajo, y atendiendo a los pobres, y ríen fuertemente en momentos de recreo, de celebración o de compartir en comunidad. Madre Teresa era muy intencional respecto a la alegría, y francamente no se me ocurre mejor ejemplo de que la alegría es una cuestión interior que verlas a ellas, quienes no teniendo nada de lo que alaba el mundo, irónicamente lo tienen todo al vivir entregadas a la causa de Cristo. Tú y yo podemos hacer lo mismo, permitiendo que fluya la alegría de Cristo de adentro hacia afuera.

- Amorosa confianza: En algún otro momento he compartido que las Misioneras no "procuran fondos" (ni públicos ni privados), ellas viven de lo que, literalmente, llega a las puertas de sus casas: a veces en forma de billetes y a veces en forma de alimentos. Cuentan que el obispo de Nueva York, cuando las Misioneras recién llegaron a esa ciudad, quería darles mes a mes cierta cantidad de dinero para que vivieran, a lo que Madre Teresa se negó diciendo, "Monseñor, Dios no nos ha abandonado en ninguna otra región del mundo, ¿Por qué habríamos de pensar que lo haría justamente en Nueva York?". Nosotros también podemos abandonarnos en los brazos del Padre para cuestiones grandes o pequeñas. Esto no quiere decir que nos cruzaremos de brazos, sino que, podemos rezar como lo hacía Madre Teresa "ayúdanos, Padre amoroso a tomar lo que sea que Tú envíes y a entregar lo que Tú pidas con una gran sonrisa".




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