Cosas que nos hacen daño pero hacemos de todos modos


Hace poco escuché que tomamos cerca de 35,000 decisiones al día (y que solo estamos conscientes del 1% de ellas, por cierto). Pero a pesar de estar diseñados para 'sobrevivir' y para tomar las mejores decisiones posibles, hoy les quiero compartir 5 decisiones que tomamos (consciente o inconscientemente) y que potencialmente nos hacen daño:

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Disclaimer: Más que ser filosófica o causar pánico, este post es solo para reír jiji, ya si sirve para repensar algunas decisiones, pues súper.

1.- Aplicarnos tratamientos de belleza cuyos resultados son tan buenos que necesariamente debe haber efectos secundarios.
La idea de escribir este post me llegó hace unas semanas cuando me fui a poner Shellac en las uñas (aquí le dicen Gelish). Estaba a punto de meter la mano a la máquina UV y pensaba 'sabe Dios qué le hace esto a mi pobre piel, ¿por qué si sabemos que algo puede ser potencialmente dañino lo hacemos de todos modos?' y pum, nació este artículo.
No sé si se han puesto Shellac, pero a mí me suele dejar las manos bien resecas y siempre me pregunto si la radiación de la máquina no estará desintegrándome la mano. Pero heme ahí volviendo más veces de las que debería por el mágico efecto. Lo mismo aplica para los tratamientos de Keratina, el chocolate marroquí y todas esas cosas que te dejan el cabello como si estuviera planchado por meses. Aunque cuando me lo están aplicando mis ojos lloran (por ti jeje no se crean) y mi cuero cabelludo arde intenso, gana el resultado final después de la aplicación del producto. Porque al fin y al cabo, a eso se refiere la industria cuando dice que la belleza cuesta, ¿o no?
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2.- Ser paranoicos
Si tú que estás leyendo esto tienes un salón de belleza (creo no conozco a nadie en ese caso pero uno nunca sabe) o si simplemente eres fan de los tratamientos y estás pensando, 'ay qué exagerada Tere con eso de que el Shellac le desintegra la mano', aprovecho para presentar la segunda cosa que (al menos yo) hacemos y que es potencialmente dañina: ser paranoica. Qué diferente sería la vida si me la tomara más tranqui, pero no, veo un potencial peligro y me ultra alarmo y alarmo a todos a mi alrededor. No estaba segura de contar esto (porque en un mes voy a Chihuahua y sí quiero que se junten conmigo), pero ahí va: vivo a menos de un kilómetro del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (donde están los pacientes que tienen Coronavirus). Yo vivía feliz sin saber esto, hasta que el viernes pasado vi un montón de cámaras y reporteros afuera de ese lugar y fue cuando 'me cayó el 20': el coronavirus está literal muy cerca de mí. Pues llegué a la casa y me ultra lavé las manos (lo bueno que aprendí súper bien con la canción de 'y cómo se lavan las manos, muere bacteria muere') y desde entonces no he dejado de hacerlo cada media hora (no se crean, pero sí mejoré muchísimo mis hábitos de higiene). Obviamente esto no es potencialmente dañino, pero la paranoia a la larga no nos deja disfrutar la vida como diría Balú (del Libro de la Selva) 'Busca lo más vital no más, lo que has de precisar no más y olvídate de la preocupación".

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3.- Stalkear a 'esa persona' o *gosh* hablar con 'esa persona'.

Si tú nunca has tenido a 'esa persona', dime tu secreto ahora. 'Esa persona' puede ser tu ex, alguien con quien tienes una relación confusa o simplemente alguien con quien mantienes una relación pero no tienes idea de por qué. Yo creo que de las 5 cosas, esta es la más obviamente dañina pero la que más cuesta no hacer. Es como si la voz angelical en tu cabeza te dijera, 'no necesitas entrar a su perfil a ver qué ha hecho', pero la voz maligna de tu cabeza te dijera, 'ay, qué tiene de malo estar enterada de cómo le va en la vida'. La cosa se pone peor si no es solo stalkear, sino hablar con alguien con quien no deberíamos estar hablando. Why do we do this??? No lo sé, es como el misterio del monstruo del Lago Ness o del Triángulo de las Bermudas.

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4.- Enojarnos con personas del mundo virtual
En los últimos días he platicado sobre esto con al menos dos amigos: la facilidad con la que ahora  nos peleamos por Internet, y lo más curioso es cuando nos enojamos con gente que ni conocemos.
Ejemplo: me declaro culpable de tener una obsesión insana con cierto tipo de republicanos estadounidenses (me atrevo a decirlo porque las posibilidades de que un republicano lea mi blog son casi nulas), tipo Candace Owens o Ben Shapiro. Estoy en desacuerdo con prácticamente todo lo que dicen pero ahí me tienen viendo sus videos en YouTube o sus TLs en Twitter. La verdad nunca les he puesto un comentario feo, solo me enojo internamente, pero luego pienso, '¿por qué me hago esto a mí misma? ¿por qué si ya sé que no me gusta cómo piensan me chuto todos sus videos?' Es una especie de placer culposo, pero donde el placer es el enojo y mi estómago se queja diciendo que por qué lo hago pasar por eso.
Otro ejemplo: el otro día una podcaster que me gusta mucho (The Catholic Feminist, es super tranquila, pro-vida, pro-TDC, en verdad cero conflictiva) contó en su programa que un señor Timothy Gordon creía que las mujeres no deberíamos trabajar (sí, yo me traumé tanto como ustedes en este momento). Para pronto googleé al hombre y ahí me tienen viendo la entrevista a la que ella se refería, y sus declaraciones polémicas en Twitter (por favor no las vean, tampoco las de Candace ni de Ben, son ideas súper tristes). Neta, esta es LA clase de cosa que me hace daño pero hago de todos modos :(

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5.- Comer cosas prohibidas

Esto sonó medio a canción de banda o de reggaeton (estoy pensando en la de Shakira y Maluma), pero a lo que me refiero es que llegada una cierta edad (para más información ver "la diferencia entre tener 30 y tener 20 años") ya no se puede tomar leche, picante, café, etc. sin sufrir las consecuencias. Pero ahí estamos, sufriendo como si fuera manda. Por ejemplo, hay veces que muero por un chai y que al pedirlo rezo brevemente porque sí me hagan caso con que sea con leche deslactosada pero si no es, pues...al cabo la vida es un riesgo. Tengo amigas que igual, el café les hace un montón de estragos pero se lo toman de todos modos porque es la clase de cosa que te hace daño pero que haces de todas maneras. ¿Será que lo rico del sabor hace que valga la pena el arrepentimiento que viene después? Y aplica igual para las conversaciones que no deberíamos estar teniendo, y los enojos que no tendríamos por qué auto-provocarnos. Tal vez la adrenalina es más poderosa que la hormona de la tranquilidad (que sé que existe pero no sé cuál es).

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